La Sustracción, Pablo Batelli, el artista como transcriptor -la trastienda del espacio del arte.

Claudia Diaz

La Sustracción, Pablo Batelli el artista como transcriptor -la trastienda del espacio del arte-

Una de dos cosas tendrán que ocurrir ahora. O usted hace algo o le harán algo a usted. ¿En qué clase de actividad querría desempeñarse? ¿Le gustaría revincularse como copista de alguien? Herman Melville Bartleby

Prólogo

Las leyes parecen cubrir todo nuestro horizonte de comprensión. La transcripción aparece como desafío a la ley porque sitúa en primer plano, otra vez, la creación. Sin embargo, el transcriptor no es quien decide que esto suceda; es su actuar mismo el que, sin poderse sustraer a los acontecimientos de la época, lo transforma en testigo. Tal vez un mártir en el sentido antiquísimo del vocablo testigo: aquél que da fe de lo que vio, de lo que oyó, y hace de ese oír su causa. He aquí un caso de ese devenir cuando la época de la institucionalización plena arroja al arte por fuera de su cauce natural.

Introducción

El trabajo siguiente se detiene en un problema para el que no existen todavía razones suficientes que den cuenta de su irrupción. Este problema apunta a la pérdida de toda consistencia del suceso artístico o práctica artística a la que dejaremos de llamar arte, provisionalmente. En otro espacio y en otro momento la inconsistencia de esas prácticas artísticas a las que la actualidad crítica ha llamado ‘arte contemporáneo’ permitiría explorar la pérdida irremediable de toda voluntad creadora, trastocándose ésta en voluntad de gestión. La gestión abarcaría esas prácticas y sus manifestaciones e irradiaciones en el campo del arte, en la esfera cultural. La gestión artística o práctica artística sitúa al artista como punto de partida de una serie de procesos que ya no están a su alcance y que deben agenciarse por medio de instancias superiores a su marco de creación y que, por eso, delimitan su actuar presentándolo sólo como un apéndice de tal gestión. El apéndice es apenas una irradiación de la nostalgia del arte y, como nostalgia, se cubre con el manto del artista. Esa nostalgia, en cambio, ha devenido trabajo, práctica artística. A la posibilidad de decidir qué significa esa voluntad de arte le sucede un portafolio de decisiones en el que esa voluntad habrá de inscribirse para que pueda iniciarse la gestión. Las facultades de arte, el aparato de la crítica, los museos, las instituciones de cultura, son los momentos de ese operar superior que pone en funcionamiento la maquinaria cultural. Una reflexión sobre el arte que nos ocupa no podrá situarse en el terreno puramente estético porque su reflexión apuntaría a un momento en que todavía el discurso podría consistir en su nombramiento y su situación. La crítica, necesariamente, y la escritura crítica, devienen de momentos de gestión que validan o invalidan el proceso no como una voluntad crítica descriptiva de ese proceso, sino como resultados espectaculares de la gestión de obra.

Este trabajo, deslindándose de lo anterior o haciendo un esfuerzo por mantenerse a distancia, tramita una excepción, un momento excepcional en que una práctica artística se sustrae a la gestión o, en alguna medida, intenta minar ese juego de consistencias. Tal práctica se encuentra en el límite de lo que podría describirse como práctica. Arrojada al terreno baldío de la intrusión, de la extranjería (cf. El Intruso, Jean-Luc Nancy), en tanto que su operar es necesariamente la constatación de la ley editorial y de sus procesos de gestión e institucionalización, la transcripción apunta hacia algo que parece denegar la necesidad de la identidad o a afirmar una identidad siempre extranjera que aparece como lo que está siempre fuera de lugar, fuera de ley, como no obedeciendo a ninguna gestión. La transcripción no es una práctica artística todavía, aunque por momentos se la busque consolidar mediante una estilización como una práctica más en proceso de gestión curatorial. Confiemos, en cambio, en su fuerza de sustracción ante el aparato de la ley.

I. La descripción de la transcripción como resultado de la observación de las

transcripciones hechas por Pablo Batelli en el período 2006-2012

El lenguaje de la transcripción es un ponerse a disposición de un lenguaje anterior. Consiste en hacer consistir, en verter tal como es ese lenguaje anterior. Un oír la voz mecánicamente reproducida e insertarla en la letra sin omisión alguna. Es un corresponder sin corregir ni transponer; no es una lectura ni una traducción. Se trata de un corresponder con esa voz titubeante de la persona, desplegada en un tiempo y lugar específico. Es un corresponder que por la reproductibilidad mecánica puede insertarse en y con la actualidad de su momento, desplazado en el tiempo y en el espacio pero reproduciendo cabalmente la voz por ese proceso artificial: así la voz puede oírse de nuevo. La trascripción como un corresponder casi absoluto está abocada a decir ante otros tal y como se produce la reproducción de la voz. Sigue el discurrir del improvisar de un pensamiento o también aquellos eventos en los que los pensamientos están ceñidos a un plan más riguroso que evitan lo eventual en el hilo del discurso en marcha. El transcriptor escucha la reproductibilidad y vierte lo dicho omitiendo cualquier interferencia personal; sin embargo, sabemos de él por la presencia de algunos signos emergentes que se constituirán en marcas de su trabajo de escritura, así como por la forma en que dispone tipográficamente el material transcrito, por su capacidad de discernir algunos giros de la voz, a veces transpuestos en otros por creer escuchar otra cosa que lo dicho, o también por pequeñas omisiones que saltan a la vista a través del cotejamiento. El transcriptor se hace visible, o sabemos de él de alguna manera, aunque prácticamente pareciera no existir; pero siempre está ahí, haciendo corresponder a otro con exactitud, replicando un momento anterior que debió extinguirse y que se obtiene por la posibilidad de su reproducción mecánica. El transcriptor nace de esta posibilidad de la reproductibilidad; la reproductibilidad es quien crea el espacio del transcriptor que, por lo tanto, corresponde a una situación creada por la posibilidad de la máquina. La transcripción es artificial.

Un determinado tiempo de grabación corresponde en la trascripción a un número de páginas; el tiempo de grabación y los recursos tipográficos

empleados determinan ese número. El tiempo deviene espacio. La voz se hace espacio en la hoja transcrita. Donde antes había un auditorio y un público ahora hay una página y un lector, y por supuesto, la presencia casi imperceptible del transcriptor.

Generalmente, el transcriptor hace presencia en el ámbito donde alguien habrá de pronunciar algo, es decir donde habrá de pronunciarse alguien sobre algo. Sentado entre el auditorio, el transcriptor no pretende tan sólo escuchar; su intención es capturar mecánicamente la voz del conferencista. Esta intención lo lleva casi siempre a estar presente en el lugar donde se emitirá la charla que quizá en algunos casos corresponda a una conversación verdadera. Podríamos suponer que el público sigue atento o no a la conversación, pero es presumible que una vez se tomado la intención de transcribir, el transcriptor se presenta en la sala de conferencias con su medio de reproducción de la voz. La transcripción precisa entonces de ese evento anterior en el que un medio registra la voz. Esto supone que la deliberación de registrar es uno de los rasgos definitorios del transcriptor.

El conferencista podría presentir la presencia de ese medio y, por momentos, podría querer tener plena conciencia y dominio de su decir ante el medio que lo reproduce. A diferencia del público reunido, el medio es contundente en cuanto a su capacidad de almacenar esa voz; el público en cambio, atento o abstraído, podría dejar pasar pasajes enteros de esa conversación, algunos tal vez irrelevantes, pero otros seguramente contundentes y significativos. El medio mecánico, en cambio, es implacable en cuanto a la constitución de esa memoria; habrá de registrarlo todo aunque algún accidente imprevisto pudiera evitar que se quedaran sin registro algunos momentos. El conferencista pareciera atender a todos esos imprevistos que en un auditorio suceden subrepticiamente. El espacio y el tiempo de la charla no son asépticos y están sujetos a estas circunstancias.

La transcripción contempla entonces varios momentos; no es un momento único, pues antes requiere el momento de captura de la voz en que casi siempre el transcriptor se hace presente, a menos de que decida no estar en ese momento y encargue a otro de esa captura. Luego está la transcripción, es decir, el momento en que letra a letra se trasvasa ese material sin sesgo alguno. El trascriptor vierte esa captura de la voz en un lenguaje y podríamos pensar que este verter es una interpretación de aquello que escucha o por lo menos una aproximación a ello, ya que en muchos pasajes la voz es indiscernible y también están los titubeos, las reiteraciones y los silencios. Luego vendrá el momento de lectura de un lector cualquiera que podría ser el conferencista mismo como sujeto de la charla ahora transformado en lector de su propio discurso; su lectura, como la lectura de otros lectores, se transforma en un cotejamiento que por momentos excede el significado de un texto y se aproxima a lo abismal, en el sentido de toparse en el papel con un texto en que todas las fisuras que la edición corrige aquí se encuentran a la vista. El transcriptor no omite nada y opera por sucesivos cotejamientos con la voz capturada, de suerte que todos los imprevistos de esa voz no siempre controlada emergen en el lenguaje sin ninguna discriminación. La interpretación de esa voz por parte del transcriptor, como escucha fiel, pretende verter de la manera más precisa todo lo que ha quedado capturado mecánicamente. Así que además de ese texto implícito que es el que el conferencista ha pronunciado efectivamente, saltan a la vista las circunstancias mismas de ese evento -fisuras, titubeos, silencios, repeticiones, muletillas, chasquidos, la respiración misma, digresiones, ruidos ambiente. En ausencia de cualquier voluntad editorial, la voz se vierte en esa su total desnudez circunstancial haciendo visible el hilo de la marcha. No hay segundos momentos en que las alteraciones del discurso puedan organizarse en protocolos estándar de corrección. Aquí pareciera no existir un orden del discurso o, por momentos, ese orden pareciera truncado y diferido por las circunstancias mismas. La intención formal queda interpuesta por dichas circunstancias que, registradas también, se suman a lo dicho y lo constituyen. No hay retoque ni segundos momentos de revisión y asentamientos de lo que se quiso decir. No hay correcciones que omitan voces impropias que se delicen subrepticiamente en la voz: no hay un texto por editar, un texto sujeto a permutaciones sucesivas y adecuaciones que permeen la experiencia del momento. Lo que sí hay es una instantánea casi mecánica de la situación original, una digitalización donde lo humano se omite para dar paso

al evento puro de la reproducción. Excluído como intérprete, su interpretación se reduce al límite de reconocer un sonido para verterlo en lenguaje, de la manera más exacta. La transcripción es un acto de fidelidad en el registro mecánico de la voz. Puesto entre paréntesis, omitido, el transcriptor es todo oídos a la voz para llevarla a la letra, al lenguaje. Para el lector ocurre un abismarse ante la reiterada sucesión de imprevistos y fisuras que ninguna razón editorial ha normalizado. Decimos que el texto está crudo porque parece necesitar de la acción editorial que borrará esas huellas inciertas e irracionales. A veces, pensamos, no hablamos como escribimos. Estamos sujetos, casi sin saberlo, a las circunstancias mismas de ese pensamiento que por momentos no se deja sujetar. Sin ese orden posterior que suma el protocolo editorial, que admitimos sin reservas y que omitimos como un presencia real del texto, nos encontramos con el evento puro de las circunstancias mismas, es decir un texto en que esa razón editorial ha sido omitida para dar paso a otra razón que ya no podemos llamar razón y que es el evento mismo de esa voz y sus circunstancias, esa voz que es factible en nuestra época gracias a la reproductibilidad mecánica. Sin estilización retórica alguna ni ajustes entre el decir y lo dicho (cf. Ducrot, Polifonía y Argumentación), ocurre la emergencia de esa voz desnuda casi en el límite de su nada qué decir, salvo la contingencia, salvo balbuceos, y tanteos continuos. No estamos preparados para esta desnudez no deliberada en la que la razón editorial no ha producido ningún artefacto nuevo en total consentimiento de la supresión y alteración del original. Habremos de decir que el texto transcrito es auténtico en el sentido en que transcribe la voz reproducida, puesto que transcribir es ya un cotejamiento con la voz original punto por punto. El transcriptor, por efectos de la reproductibilidad, se remonta al origen y al transcribir nos remite a ese original que la edición borra. Toda transcripción está sujeta al cotejamiento, punto por punto, tanteo a tanteo, a menos que ocurra una interferencia editorial que busque normalizar el original con su razón para hacer legible la legalidad de su ley, de su imperio. Las cosas se dicen de una cierta manera y en ese decir el evento mismo se cancela. Ninguna huella del original, de la persona misma ni del acontecimiento discursivo aparece; lo que tenemos es una suplantación que interpone un sujeto nuevo que obedece a esa razón editorial. Estos protocolos a su vez son consentidos por el original. La transcripción es un acto de interponerse sobre toda razón, un acto de desobedecer la ley para regresar al original. El transcriptor cifra su desobediencia volviendo obstinadamente sobre el evento de la voz previo a todo proceso editorial; así, su actuar es una contravención a la aplicación de esa ley al original. Como contravención, la transcripción niega la ley (cf. “Preferiría no hacerlo”, Bartleby, Melville). La transcripción es una inercia de la ley, llevarla a su inoperancia en un punto cero en que se devela su impostura, el texto editado que cae bajo su imperio. El transcriptor vuelve sobre el momento del evento previo al proceso de la edición, vuelve y saca a la luz ese momento que tuvo lugar y que se desdibuja con la corrección pasando a ser otra cosa: el texto fantasma que produce la suplantación. El transcriptor se apropia impunemente del evento porque existen mecanismos de reproductibilidad que permiten su testimonio. Su apropiación salta las barreras editoriales que esta vez no podrán interceptar el original. El evento de la transcripción hará visible ese momento anterior al orden en que lo editorial historiza la voz. La transmisión de la voz a través de un texto editado tiene lugar como falseamiento: el transcriptor con su transcripción, con la constancia de la reproductibilidad, es testigo de la tergiversación producida sobre el original. En efecto, el medio de reproductibilidad siempre puede ser una constancia de los hechos, además del testimonio del transcriptor. No hay ninguna evidencia falaz; la reproductibilidad con su contundente tecnicidad nos trae a la voz una vez más, pero al oírla también podríamos omitir deliberadamente las fisuras que la transcripción trae consigo. Todo tanteo se deja al azar, a un olvido deliberado u omisión que luego, en caso de sufrir el proceso de la edición, el editor borrará completamente. Ahora, por efecto de la transcripción todas esa omisiones se hacen presentes y, así, hacen patente al evento original, como si a través del lenguaje en la página leyéramos de manera inaudita lo que no debió suceder en tal evento.

El transcrito (el autor original) se asoma al texto de su voz, leyéndose como un extraño que por momentos reconoce pasajes suyos -sus palabras- que tajantemente desconoce. El texto transcrito es un intruso que se abre

camino en su nombre, como una enfermedad (cf. El Intruso, Jean-Luc Nancy). Es algo totalmente ajeno, pero también es una prueba fehaciente de su fragilidad, de una experiencia que ya parecía irrecuperable. La reproductibilidad hace posible que la voz original nos toque en el lenguaje en la medida de toda su apertura, sus balbuceos, sus aciertos, sus silencios; que nos toque en su ingente suceder abandonada a las circunstancias. El lector es tocado por esa voz balbuceante y él mismo se siente extranjero ante lo abismal de ese lenguaje que irrumpe. Es abismal porque literalmente presenciamos un caer continuo del pensamiento en dilataciones imprevistas, porque la línea del discurrir del discurso se ve interrumpida y el abismo de lo que se dice impropiamente emerge abismándonos, haciéndose presente sin ningún recato. El texto reproducido por la grabación y luego transcrito será otra vez el original y no un borrador sujeto al desmonte del aparato editorial.

La transcripción resulta también hilarante: no podemos sino reír ante tal despropósito en que el recto pensar y el recto decir pierden el hilo y tantean. Incluso por momentos el tanteo desaparece y quien habla prosigue la marcha como si fuera otro quien hablara. Ese otro que habla es quién emerge con la transcripción, es el habla misma hecha extrañeza. A ese otro va dirigida nuestra extrañeza, nuestra hilaridad, y por eso la calificamos como monstruosidad, quizá porque parece inaceptable que un habla así proceda del pensamiento (¿No es este quizá un sentido del Teatro de la Crueldad? cf. Antonin Artaud). Y, sin embargo, es esa habla límite la que meticulosamente ostenta la transcripción. La transcripción la hace ostensible porque no intenta normalizarla a través de ningún mecanismo retórico que la haga reconocible para todos atendiendo al orden del discurso, reconocimiento que haría plausible su legibilidad. La transcripción es ilegible desde los marcos del discurso: quizá es un habla en busca de otra historia de la lectura, quizá un habla para la pura contemplación.

Lo otro ostensible por la transcripción parece escapar a toda ley editorial, a todo mecanismo normalizador. Está por fuera de esa ley y por eso resulta inadmisible e hilarante. Apunta en una dirección del pensamiento que parece prescindir de un orden recto, el del recto decir. En ausencia de todo azar que

haga evidente la pérdida del hilo conductor de ese discurso que la ley sostiene, la transcripción parece hacer visible algo que necesita de la ley, algo por fuera de un orden que antepone una ilegibilidad original y esencial. Fuera de la ley el decir parece abocado a esa monstruosidad hilarante que resistimos. Lo monstruoso de ese decir sin ley pone ante nuestros ojos ese otro que con la ley parece irreconocible. Lo otro de ese decir es el extranjero que queremos ocultar bajo el manto de la ley; un extranjero que en su vulnerabilidad encarna la impiedad de la ley normalizadora. Un extranjero a quien la ley acoge cuando deja de ser extraño y así reacomoda su procedencia, borrando toda huella original. Porque borrando toda alusión a ese origen impropio borra también nuestra extrañeza ante el origen del que partió nuestra habla. Si bien creemos que ese pensar tiene un orden que predetermina su curso siempre, ahora observamos ciertos deslices imprevistos que en la transcripción se hacen evidentes.

Invulnerables ante ese otro que no reconocemos como familiar, anteponemos la necesidad de una ley que regule la intromisión. Ese texto otro que es la transcripción, que el transcriptor trae al transcribir, intruso para el recto decir, es la herida manifiesta del azar discursivo, un azar que de improviso nos asalta y que es esta hilaridad de quien se ve desdibujado, quien no puede sino reírse ante ese desdibujarse en la transcripción. Ese sí mismo que borra la edición es la fragilidad de un pensar balbuciente en que lo inerme de su condición de hombre se hace presente. Quizá esa fragilidad necesite ser acallada por la ley. Entonces esa instantánea, la transcripción, en que la fragilidad ha sido sorprendida, sin previo arreglo a nada, salvo su propio devenir azaroso y titubeante, da lugar a lo sin-norma. El otro en mi voz, el que precede a toda ley, es el otro que habla en lo transcrito, preso de sí en su propia pantomima gestual, un borrador del que la tradición editorial no guarda ningún archivo. Habría un más allá de la ley editorial que la transcripción devela por efecto de la reproductibilidad de esa voz, un más allá que en la fragilidad del suceso no puede ser tocado todavía por la ley. Un más allá que acontece como tanteo obedeciendo a la familiaridad o extrañeza con la que nos conectamos con lo que decimos. Se trata de una experiencia inabarcable por el

ámbito de la ley, por lo que la ley prevé como experiencia, que nos hace entender que es la ley la que parece dar forma a la experiencia, la que la dota de sentido pleno. Sin marco de ley esa voz de la transcripción se rebela al presentarnos un otro extraño a nosotros que nos hace irreconocibles e impensables. La rebeldía de la transcripción advierte un texto en reposo. El rebelde normalizado en y por la ley, suprimido en la ley, desaparece sin dejar rastro, salvo lo fantasmal de un momento sin memoria, salvo por la deliberación de registro del testigo -el transcriptor. La ley editorial opera como un aparato de mecanismos subsiguientes que se adhieren artificialmente al discurso, como unas prótesis cuyas interferencias nadie conoce. La movilización de la ley tiene lugar sin arreglo a la experiencia original del discurso: es un sustituto de esa experiencia que oculta al intruso hasta hacerlo desaparecer. Los mecanismos de esa ley aplazan la experiencia real de esa voz, que con un arreglo “legal” será enmascarada. Encubierta por la ley, la voz será acuñada en la ley misma como su propio decir, borrándose lo dicho en el lento proceso de normalización de la voz en el que toda huella original se malogra. La voz se caricaturiza al adquirir un prototipo impropio. La transcripción retrotrae la voz a su experiencia original, pero a falta del prototipo al que nos acostumbra la ley editorial, no puede sino embargarnos la extrañeza.

Por momentos el extranjero me revela o hace patente en mí lo que la ley no puede incorporar en el discurso: hilaridad, monstruosidad, extrañamiento. El otro todavía inédito sobrevive y en la proximidad de los otros y en la pasión de un discurso insostenible, el de la transcripción, hace añicos la ley.

El otro del decir es como el loco, un reo, el perezoso que necesita ser normalizado (cf. Transcripción de José Ignacio Roca, Jornada de reflexión sobre lo pictórico, Auditorio del Museo de Arte del Banco de la República, Bogotá, 15 de febrero de 2006 >>

http://transcripcionplastica.blogspot.com/2006/02/jornada-de-reflexinsobre-lo-pictrico.html). La desnudez insoportable que busca un ropaje con qué cubrir al rebelde, quién con desdén ostenta las marcas de lo imprevisto y lo inconsistente, lo fuera de lugar.

Lo imprevisto se retira en la acción editorial, lo provisional que es ese tanteo de la transcripción (cf. La transcripción no autorizada >>

http://transcripcionplastica.blogspot.com/2006/02/la-transcripcin-noautorizada.html) El recto discurso nos hace pensar en un lenguaje descartable e intercambiable, completamente separado de la experiencia de su comienzo. La edición pone fin al ejercicio de la transcripción, recompone el desorden, resitúa al extranjero a quién, a oscuras, oculta en la trastienda del arte.

II. Notas preparatorias al momento descriptivo de la transcripción, tomadas a partir de la observación de las transcripciones realizadas por Pablo Batelli entre los años 2006-2012

1. La transcripción tiene el carácter de un texto póstumo; sellado a toda ley editorial, habrá de seguir el curso de una voluntad testamentaria, la de una voz que, guardada por efecto de la reproductibilidad para las instancias de la ley, es sustraída por un testigo al que llamaremos transcriptor (cf. transcripción José Luis Brea, http://teatrocritico.blogspot.com/2012/04/joseluis-brea-nonsite-dossier-1.html)

2. La transcripción parte de una voz que previamente ha sido guardada para efectos de reproductibilidad y que luego ha de ser vertida en un cuerpo de escritura. El transcriptor incita el tránsito libre de esa voz; es su médium en tanto que activa ese cuerpo de escritura, al margen de toda ley.

3. El transcriptor es el garante de una voz que no tendrá lugar ante las instancias de la ley.

4. Nadie que sepa de la transcripción es realmente transcribible. El ser testigo no es un acuerdo previo con los hechos.

5. Debemos creerle al transcriptor en su fidelidad a la voz, en su retirarse ante la voz que acontece. Pero esa creencia es demostrable sólo por efectos de la reproductibilidad. Se trata, pues, de un testigo nuevo, el de la reproductibilidad.

6. Nadie habla como escribe a menos que su voz acontezca ella misma como transcripción de un texto anterior. Toda habla parece remitir siempre a algo anterior. La transcripción es también un remitirse.

7. El transcriptor transmite fielmente, literalmente, lo que ha escuchado. Es un amanuense de una ley previa a la ley. Recibe la palabra y la vierte en la letra. Anota lo que escucha. Es un copista.

8. La transcripción da testimonio de una voz que tuvo lugar de una determinada manera; ella cobija la voz y sus circunstancias.

9. La transcripción parece querer negar la traducción que es toda ley de escritura y de lectura. Parece querer detener toda transposición de la voz, todo traslado, todo derroche de escritura.

10. El transcriptor es el tú de un diálogo que no tiene lugar: una conversación radical en que el tú se omite para ser la plenitud de la voz.

11. La transcripción abre en la escritura todo el espacio de la palabra, y con la palabra el de la persona; sin lugar para sí, sin lugar a la ley, es un desafío a la historización de lo dicho (cf. Heidegger, ¿Qué es metafísica? y luego Derrida, La deconstrucción en las fronteras de la filosofía), a cualquier estilización: el transcriptor desmonta de antemano cualquier retoque editorial, haciéndolo imposible. La transcripción destruye esa posibilidad de transformar el decir en imperio retórico (Cf. Perelman, El Imperio Retórico). El transcriptor vela lo dicho originalmente haciendo posible esa primera apertura del decir que a veces, quizá, es puro balbuceo. Esta vigilancia del transcriptor hace patente la irrupción editorial como sometimiento de lo original que borra toda constancia de las procedencias. En su origen, la voz expuesta nos toca frágilmente (cf. Zizek, El Frágil Absoluto) en el instante, pero esas huellas del tocar de la voz se transforman en discurso, en recto decir, con la ley.

12. Como destrucción de la ley, la transcripción es un apropiarse de la voz, del origen, esto es lo que habría tenido lugar si a cambio de esta transcripción no se interpusiera el texto editado, esta sombra de texto que fantasmalmente transpone el texto original que creímos oír. Sin embargo, el texto transpuesto

es lo que queda. La trascripción es tan sólo una provisionalidad, algo de lo

que podemos prescindir.

13. Toda crítica, como corrección editorial, elimina la posibilidad de una correspondencia con lo que oímos o creímos oír, así como con lo que creemos ver y leer. Elimina nuestro diálogo con eso que oímos o leemos o vemos, e instituye un discurso. Ordena un sentido que prescinde del frágil darse de la contingencia de eso ante nosotros, quizá lo que llamamos “obra”. En ese discurso desaparece la persona ante el imponerse de un estereotipo de sentido que movilizará los clichés de la época de ese aparato editorial. La intermediación del lector parece necesitar de su propia borradura por dar testimonio de esa fragilidad.

14. Al editorializarse perdemos el asombro de esa apertura. Sin embargo sabemos de la transgresión que ocurre con ese acontecimiento cuando podemos leer efectivamente aquello que oímos pero que ya no recordamos. Como cuando vemos una fotografía y tiene lugar el regreso a ese instante que creímos perdido. Decantada en el texto, la apertura todavía es anterior a mi necesidad de destrucción, de apropiación. Puedo todavía presenciar el asombro antes de la historización. Existen huellas de ese asombro, signos que el transcriptor reproduce al interponerse en el movimiento discursivo registrando esos titubeos.

15. La transcripción se entendió siempre desde la idea de edición editorial y de montaje cinematográfico. Pablo Batelli hace una transcripción con la idea del Tribunal de justicia donde se impone la literalidad sobre el absurdo. Ayer le dije a Pablo que transcribir esas conversaciones era una fuga consciente, una especie de suicidio creativo -como los cientos de escritos de Andrés Caicedo sobre películas que ya nadie recuerda, o es inútil recordar, escritos a cambio de novelas por escribir, pero que fue aplazando deliberadamente-. En el casino del teclear, dejar pasar el tiempo para adormecerse en ese sopor del nada en qué pensar, soltando el automático mientras la página se llena de tinta. Un surrealismo salvaje del artista sin futuro, condenado a la apatía de un pueblo miserable.

16. En una película, el proceso de escritura del guión termina con el final de la producción y sólo puede leerse en la transcripción. La transcripción de la película es el guión verdadero y subsume al guión preexistente antes del rodaje. Sólo en un proceso de transcripción y cotejamiento aparece el guión verdadero. Lo que se tiene al comienzo del rodaje es tan sólo una aproximación; sólo con la transcripción de la película emerge el texto definitivo, lo demás es como una conversación editada. Es necesario por lo tanto el cotejamiento entre el guión inicial y la transcripción de la película. Lo que salta a la vista es lo que se ha suprimido en el rodaje. La transcripción de una conferencia, por ejemplo, también nos envía al texto real, y no a la ilusión creada por ese mismo texto luego del proceso de edición. “Puesto que estos guiones han sido preparados antes de comenzar las tomas, contienen secuencias y diálogos que no aparecen en las películas terminadas; Bergman ha suprimido parte del texto para que los argumentos publicados concuerden con las películas” (Bergman. Cuatro Obras. Simon and Schuster, N. York, 1960.)

Todo esto apunta al tema complejo de las revisiones y de los textos definitivos, así como tal vez también a la negativa de un copista (cf. Bartleby, Herman Melville) a seguir los sucesivos cotejamientos que alterarían su transcripción, su escritura, en el sentido en que cualquier leve desliz en la transcripción sería detectado y dejaría suprimida toda huella posible de su paso por el texto. El cotejamiento borra al transcriptor: elimina el desliz de un error, su huella cada vez más invisible por obra de los sucesivos cotejamientos impuestos a sus copias como corrección de pruebas. La transcripción y el cotejamiento son dos situaciones diferentes: la acción de cotejar la copia y el original borra toda evidencia del copista.

17. Hacer hablar a lo ya muerto, por ejemplo los textos de una sentencia de muerte. Literatura muerta.

18. Transcribo el “Nocturno” y revivo la emoción de Silva.

19. La manía del transcriptor: dejar de traducir y transponer y sin darse cuenta transcribir de un lenguaje a otro. Escritura en directo sin gesto interpretativo.

20. La transcripción corresponde al arte en la época de la Gran Esterilidad, presagiada por artistas e intelectuales de fines del S. XIX y comienzos del XX.

21. Podría pensarse en una obra que se niega a la edición, a la premiación, a la publicación, a la publicitación.

22. La transcripción de una entrevista, por ejemplo, suscita el tiempo real en el sentido de no suprimir ningún elemento excesivo o alguno que podría parecer superfluo. Se parece más a la literatura. Editada, es como el escritor y su manual de estilo.

23. Acción silenciosa no visible, gestación absoluta. El nombre del copista desaparece. Entrega del cuerpo de escritura: Bartleby, dador de sí.

24. Toda escritura es un sistema provisional.

25. El copista revisa reiteradamente sin que por el momento quede ninguna huella suya.

26. El ‘preferiría’ (cf. Bartleby) que encarna la transcripción ya no es optativo: subraya el acto de fe y la pérdida de libertad. Eliminada lo posibilidad de escoger en un mundo sin libertad, sólo queda el registro invisible de un acto de fe en el acto de transcripción de una experiencia anterior, donde la libertad es a su vez un acto de fe, en la medida en que remitiría a la cadena del tiempo, a todos los antecedentes de un alguien que se remite a la supuesta originalidad de la experiencia. Tener que dar prueba es anular el acto de fe y por lo tanto la respuesta negativa del copista. La prueba es la constatación de la cesación de la confianza en el copista.

27. La transcripción no es una obra; es el estado límite en que se sitúa aquel que se ha puesto al margen, el copista. ¿Quién expropiaría esta no-voz del copista que ya sólo habla por obra de otro?

28. Arte por correo, Paul Auster.

29. Lo que muestra la transcripción, posible sólo por la reproductibilidad es una escena monstruosa, lo inaudito de un discurso. La edición suprime al monstruo.

30. ¿Y si toda la experiencia de creación apareciera sólo mediada por la transcripción? El transcriptor sería el mediador de un autor imposible. Cuando el autor deja de ser necesario, hablar “de” se transforma en transcribir “a”. La voz del transcriptor es omitida por el ejercicio de transcribir otra voz: es la omisión definitiva de las comillas porque toda su escritura es una cita. La época del citar de la cita, del imperativo de la cita, da lugar a la época de la transcripción: pasamos del autor que cita (así nace el ensayo en Montaigne) al autor transcriptor, el amanuense (Bartleby). Sólo el transcriptor puede dar prueba de su escritura en la medida en que el cotejamiento lo suprime. Con la cita doy prueba de otro.

31. “Cotejar, confrontar una cosa con otra u otras, compararlas teniéndolas a la vista. Cotejo de letras, prueba pericial que se practica cuando no se reconoce o niega la autenticidad de un documento privado presentado en un juicio” (Diccionario de la Lengua española, RAE. Decimonovena edición, 1970). Bartleby insiste en querer quedarse detrás de su mampara.

32. Cotejar equivale a aplicar la ley. El amanuense se niega a cotejar, se queda en lo sin ley: perece contra el muro de la cárcel luego de haberse negado al alimento.

33. Bartleby es prácticamente indiscernible en la cadena de cotejamientos sucesivos.

34. -Pablo, veo una interesante relación entre El Libro de Los Pasajes de Walter Benjamin y las transcripciones. Un libro que ya no dice sino que muestra. Así la cita ya no es cita sino montaje. Entonces la transcripción termina siendo una forma de escritura. ¿De qué otra forma mostrar lo que en realidad sucede en una época a la que cada vez le es más esquivo el pensar? Y al citar, dice Benjamin, esta nueva forma de citar no es una apropiación sino un empleo. Empleo del desecho, dice. Y, sin embargo, transcribiendo todos esos desechos de los que el proceso de edición prescinde es donde efectivamente vislumbramos ese imposible pensarse de nuestra época. Lo que la transcripción haría, en esa escena cuasi fantasmal que inaugura, es deshabitar -desnarcotizar, dice Benjamin- esa zona que creíamos nos decía algo (la edición) y plantarnos sin transición, sin cortinaje, en esa monstruosidad que efectivamente es el acontecer. Quizá hemos llegado a una época en que no podemos sino mostrar con el dedo (del transcriptor) lo que acontece. Nada se dice. Nada se piensa -es eso explícitamente, lo que nos horroriza de la transcripción. El transcriptor es el desencantador del mundo.

35. La transcripción es una versión: aclaramos que sin cotejamientos previos pueden existir errores de transcripción.

36. Me pierdo del texto por instantes, mi atención divaga en mundos paralelos que despiertan por el contacto con las letras. Rítmicamente paso del ojo al texto, del texto al ojo; la cabeza va de izquierda a derecha, el ojo, la mano. De izquierda a derecha recorremos cada letra de la transcripción en la hoja en blanco.

37. La transcripción editorial se escribe después de los hechos: es una corrección de estilo, así se llama el querer despejar esa maraña de los hechos en un discurso coherente y claro.

38. La transcripción es la época de un olvido; Nietzsche, “He olvidado mi paraguas”. (cf., Derrida, Espolones y Heidegger, Sobre la cuestión del ser)

39. Pierre Menard (cf. Borges, Ficciones) se resiste a pensar en que su Quijote sea una alegoría del Quijote real (Cf. Cervantes). ¿Puede ser que lo que creamos literal sea otra vez una alegoría? (cf. El transcriptor como Pierre Menard >> http://transcripcionplastica.blogspot.com/2007/07/pierremenard-autor-del-quijote.html).

40. La pérdida del copista; en internet la interface borra el registro de la digitación. De momento los textos transcritos parecieran depender de su

interface artificial pues se suprime toda remisión a lo humano como sucede en el

cotejamiento. Aquí la interface es el equivalente de la ley editorial.

41. Puerilmente, la transcripción parece remitir al amor. (cf. Bartleby y Zizek, El Frágil Absoluto).

42. ¿Y si ese ser consistiera únicamente en el trabajar? Así Bartleby antes de su caída.

43. Bartleby es inconsistente, a-relacional. Un no-nada. Abandonado como Job, sin espera posible, suplica no haber nacido.

44. Se constata al leer, al escribir. Pasajes, médiums de la ejecución del suceder.

45. Inconsistencia, un más allá del pensar substancial. Bartleby y la transcripción.

46. El trabajo es la relación en sí en nuestra época. Sin trabajo, desaparece la relación y aparecen seres fantasmales como Bartleby.

47. La aventura del autor es equivalente en significado a la Historia de Dios. Esa historia podría escribirse.

48. No hay Bartleby, sólo hay transcripción. Rota la transcripción, no hay nadie a quien invocar. En realidad nunca hubo nadie: el juego de Ulises.

49. Bartleby es un ser inconsistente, aquel que ha dado el paso a la liberación de la relación.

50. Bartleby fue llamado a retomarse en el cotejamiento – justo él, que era un puro abandonarse a las fuerzas transcriptoras.

51. Hemos creado una Historia de nuestra ficcionaria consistencia. En esa historia la consistencia recibe varios nombres.

52. En la traducción debemos aceptar el tiempo introducido y hacer como si fuera el tiempo original.

53. La transcripción evita el análisis. Se trata de ese tempo llevado a la escritura, que en el análisis de ninguna manera sobrevive, porque si editamos la conversación nunca podríamos saber en realidad de qué se habló.

54. La transcripción consiste en ser capaz de capturar toda la conversación. Para eso se requiere una notación precisa y la habilidad de hacerla corresponder.

55. El transcriptor ha encontrado su expresión, se inscribe sigilosamente en los signos que dispone de una cierta manera. Después, se niega a corregirlos.

56. El pretendido orden editorial es el despedazamiento de la palabra.

57. Se ha hecho de la conversación una obra al transcribirla.

58. ¿Cuál es el límite del transcriptor? Su poder de desenmascaramiento del habla.

59. Teatralizar la charla, transcribirla, hacerse médium, vigilar cualquier intromisión editorial.

60. La transcripción es un poder que captura lo dicho en la medida en que esa captura revela un poder mayor, la edición.

61. Prescindir del hecho artístico.

62. La ley editorial es sólo una ley, no es la verdad.

63. La ciencia editorial nos hace pensar que la ley es la verdad.

64. No hay deliberación en el “preferiría” de Bartleby.

Enlaces a las transcripciones

Índice de enlaces a las transcripciones en Teatro Crítico:

2006-08-31: La tradición de disentir (Gloria Zea).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2006/08/la-tradicin-de-disentir.html . Audio: internet.

2006-09-06: DIY: descripción de Juan Mejía por Juan Mejía (Juan Mejía).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2006/09/diy-descripcion-de-juan-meja-por-juan.html . Audio: captura presencial delegada.

2006-10-13: Kuitca sin colchón (Guillermo kuitca, Sonia Becce, José Roca).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2006/10/kuitca-sin-colchn-transcripcin.html . Audio: captura presencial directa.

2006-10-30: Lugar a Dudas: Oscar Muñoz (Oscar Muñoz).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2006/10/lugar-dudas-oscar-muoz.html . Audio: la red.

2006-11-08: Buenas tardes, soy Raimond Chaves (Raimond Chaves, Jaime Iregui).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2006/11/buenas-tardes-soy-raimond-chaves.html . Audio: la red.

2007-02-18: La institución por grados (Guillermo Vanegas).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2007/02/la-escuela-del-resentimiento.html . Audio: la red.

2007-05-24:

Si la modernidad es nuestra antigüedad, el arte contemporáneo es nuestra modernidad

(Jorge Luis Vaca, Natalia Sánchez, Gina Capella).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2007/05/transcripcin-del-texto-y-audio-lo.html . Audio: la red.

2007-09-14: ¿Ciudadanos o artistas asociados a la curaduría del Estado? (Excusa2 Print System).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2007/09/libertad-de-expresin-o-la-ciudad-como.html . Audio: la red.

2007-09-17: Conversaciones entre Claudia Díaz y Pablo Batelli entre la cocina

II: Hilaridad y educación (Claudia Díaz-Pablo Batelli).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2007/10/conversaciones-entre-claudia-daz-y.html . Audio: captura presencial directa.

2007-11-20: Estado del arte (Carlos Medellín).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2007/11/el-estado-promueve-el-arte-que-le.html . Audio: la red.

2007-11-30: Transcripciones de Papel – transcripción de la sesión de preguntas (Luis Ospina).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2007/11/transcripciones-de-papel.html . Audio: captura presencial directa.

2007-12-13: La renuncia a la consistencia (Claudia Díaz).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2007/12/la-renuncia-la-consistencia.html . Audio: captura presencial directa.

2008-01-10: El rector tiene algo que contar: El diablo y su diabólico opuesto 1/2 (Fernando Isaza).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2008/01/el-rector-tiene-algo-que-contar-el.html . Audio: captura presencial directa.

2008-01-10: El rector tiene algo que contar: El diablo y su diabólico opuesto 2/2 (Luis Ospina).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2008/01/el-rector-tiene-algo-que-contar-el_10.html . Audio: captura presencial directa.

2008-01-10: De esferapública a Doris Salcedo y viceviceversa (Jaime Iregui).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2008/01/de-esfera-pblica-doris-salcedo-y.html . Audio: la red.

2008-09-12: Sputnik (Pablo Batelli, Jorge Villacorta, Guillermo Vanegas, Víctor Albarracín, Carlos Salazar, Luis Hernando Giraldo, Víctor Laignelet).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2008/09/sputnik.html . Audio: la red.

2008-11-11: Doctor Godofredo Cínico Caspa (Jaime Garzón).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2008/11/godofredo-cinico-caspa-en-memoria.html . Audio: la red.

2010-02-23: Primera parte de la transcripción del foro del 2 de febrero en la ASAB sobre el caso de Nicolás Castro y la libertad de expresión (Víctor Laignelet).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2010/02/primera-parte-de-la-transcripcion-del.html . Audio: captura presencial directa.

2010-03-02: Segunda parte de la transcripción del foro del 2 de febrero en la ASAB sobre el caso de Nicolás Castro y la libertad de expresión (Jorge Peñuela, Víctor Laignelet, Ricardo Lambuley, Marta Bustos, José Gregorio Hernández, Guillermo Hoyos).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2010/03/segunda-parte-de-la-transcripcion-del-2.html . Audio: captura presencial directa.

2010-09-01: Sillon8: Jaime Cerón – Franklin Aguirre (Alien vs Predator) (Jaime Cerón, Franklin Aguirre).

URL. http://teatrocritico.blogspot.com/2010/08/sillon8-jaime-ceron-frankin-aguirre.html . Audio: la red.

2010-09-18:

Carlos Salas: “… una alusión a, a un concepto de que la pintura se encuentra enferma…”

(Carlos Salas).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2010/09/carlos-salas-una-alusion-a-un-concepto.html . Audio: la red.

2011-02-24: Escribir lo que se oye y no hablar como se escribe (Jesús Martín Barbero).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2011/02/escribir-como-se-oye-y-no-hablar-como.html . Audio: la red.

2011-06-13: Una conversación entre Carlos Salazar y Mauricio Cruz (Carlos Salazar, Mauricio Cruz).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2011/06/conversacion-entre-carlos-salazar-y.html . Audio: Captura directa por Mauricio Cruz.

2011-11-22: La obra no es el lugar del pensamiento sino del encuentro y del consenso social (Danilo Dueñas).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2011/11/la-obra-no-es-el-lugar-del-pensamiento.html . Audio: la red.

2012-04-09: José Luis Brea – Nonsite (Dossier 1/Crítica/2010-09-03) (José Luis Brea).

URL: http://teatrocritico.blogspot.com/2012/04/jose-luis-brea-nonsite-dossier-1.html . Audio: la red.

Indice de enlaces a transcripciones, registros y comentarios en Transcripciones:

2005-01-26: Conversaciones entre Claudia Díaz y Pablo Batelli entre la cocina. (Pablo Batelli, Claudia Díaz).

URL: http://transcripcionplastica.blogspot.com/2005/01/conversaciones-entre-claudia-daz-y.html . Audio: captura presencial directa.

2006-02-19: Jornada de reflexión sobre lo pictórico – sesión de preguntas (José Roca, Carlos Salazar, Jaime Franco, Luis Luna).

URL: http://transcripcionplastica.blogspot.com/2006/02/jornada-de-reflexin-sobre-lo-pictrico.html . Audio: captura presencial directa.

2006-02-22: La transcripción no autorizada (comentarios al asunto editorial, Pablo Batelli en réplica a José Roca).

URL: http://transcripcionplastica.blogspot.com/2006/02/la-transcripcin-no-autorizada.html .

2006-02-21: De Carlos Salazar-sobre el rigor de Batelli (réplica de Carlos Salazar a Pablo Batelli).

URL: http://transcripcionplastica.blogspot.com/2006/02/de-carlos-salazar-sobre-el-rigor-de.html .

2006-02-24: Audios en archive.org (para cotejamiento texto/audio) vía Alejo Duque (por verificar).

URL: http://archive.org/details/lo_pictorico.

2006-03-19: El transcriptor como Pierre Menard (video de registro del copista como autor duplicado de un texto de Jorge Luis Borges).

URL: http://transcripcionplastica.blogspot.com/2007/07/el-transcriptor-como-pierre-menard_29.html .

2007-03-08: Pasajes (comentario por Claudia Díaz).

URL: http://transcripcionplastica.blogspot.com/2007/03/transcribir-pasajes.html .

2007-07-31: transcripción y cotejamiento (observaciones por Pablo Batelli).

URL: http://transcripcionplastica.blogspot.com/2007/07/transcripcin-y-cotejamiento.html .

Índice de enlaces a transcripciones en Pantalla Scroll:

2005-11-02: Foro sobre “La Sierra” (Sergio Fajardo, Darío Fernando Patiño, Luis Eduardo Garzón, Alejandro Santos).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2005/11/1-foro-sobre-la-sierra-transcripcin.html . Audio: televisión.

2005-11-07: Foro sobre “Las Voces del Fuego” (Carlos Medellín, Darío Fernando Patiño, Gustavo Petro, Alejandro Santos).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2005/11/2-foro-sobre-las-voces-del-fuego.html . Audio: televisión.

2006-03-09: Simulacro electoral CM& (Programa institucional CM&).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2006/03/3-simulacro-electoral-de-cm.html . Audio: televisión.

2006-04-18: El secuestro de Ingrid Betancourt (Ingrid Betancourt).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2006/04/4-el-secuestro-de-ingrid-betancourt.html . Audio: televisión.

2006-05-16: Foro presidencial Colombia 2006 (Antanas Mockus, Alvaro Leyva, Horacio Serpa, Carlos Gaviria, Darío Fernando Patiño, Angela Patricia Janiot).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2006/05/5-foro-presidencial-colombia-2006.html . Audio: televisión.

2007-08-07: Ferrán Adria / Anthony Bourdain: La memoria del gusto (Anthony Bourdain, Ferrán Adria).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2007/08/6-ferrn-adria-la-memoria-del-gusto.html . Audio: televisión.

2007-08-18: Cortázar: política, arte y profesionalización (Julio Cortázar).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2007/08/cortzar-poltica-arte-y.html . Audio: televisión. 2008-08-28: Escenario (CNN) (CNN institucional).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2008/08/8escenario.html . Audio: televisión.

2009-01-29: Verdaderos falsos positivos: Hollman Morris (Hollman Morris).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2009/01/hollman-morris.html . Audio: televisión.

2009-01-18: Tierra de Abundancia: Wim Wenders (Win Wenders).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2009/02/tierra-de-abundancia-wim-wenders.html . Audio: televisión.

2009-04-22: Y con un click! (CNN institucional).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2009/04/11-y-con-un-click.html . Audio: televisión.

2009-05-09: Equivocadas premisas equivocadas (Luis Guillermo Plata).

URL: http://transcripcion.blogspot.com/2009/05/equivocadas-premisas-equivocadas.html . Audio: televisión.

Bruno S

Bogotá abril del año 2012; en agradecimiento a Margot y a Piedad, por quienes he podido escribir estas líneas.